Cinéfilos curiosos

viernes, 1 de abril de 2016

MUSTANG (Deniz Gamze Ergüven, 2015)










Paréceme que casi todas las entradas d´El Cinéfilo Ignorante tratan de algo más que una simple película porque sabemos que Ir al Cine es... La Vida. O sea: muchas más vivencias que el mero hecho de pasar la vista por unas imágenes en movimiento: contamos todavía con más ingredientes además de los factores, anécdotas y sucesos que podríamos asociar a la visita a una sala de cine si le añadimos las características d´este humilde pero próspero o, al menos, emergente blog




Hoy toca tratar de la costumbre adquirida de hacer fotos dentro del local donde se proyecta la película en cuestión, es decir, de todas las pelis reseñadas en este blogodecine con el placer consustancial a toda acción situada fuera de la ley. En esta ocasión, se observará que las fotos están demasiado bien hechas, ¿verdad? Es que la perfección es muy aburrida y aquí se ve claramente, que no fue El Cinéfilo el autor de los disparos. Ya les revelo que ni había acertado a tener debidamente cargada su cámara fotográfica ni tampoco a manejar como un experto la funcion fotografica de su Aparato Demoniaco, más conocido como smartphone.



Nos ha solucionado el problema la existencia del canal YouTube, que tan buenos servicios presta a todo humano con acceso a la Red y que constituye una fuente de innumerables momentos de satisfacción en muy diversos ámbitos. La función de recorte del ordenador personal también ha resultado aquí un invento prodigioso. Gracias a ambos, s´exponen estas coquetas imágenes, como en todas las entradas de este blog que lo es. Estamos de acuerdo con que habrá otras instantáneas a lo largo de Mustang que merezcan aparecer junto a estas líneas, ya que uno va a la caza de fotogramas especialmente impactantes para quien escribe y no, por necesidad, del agrado de quienes elaboran los trailers, pero son todas las que están.












Va uno a ver Mustang convencido de que es una película facturada en la dulce Francia pues la presencia de la bandera tricolor en la reseña atrae bastante más que la inclusión del nombre de su director, de nacionalidad inequívocamente turca, como turca es la temática, la ambientación y la propia historia por mal que les pese a los muchos patriotas con los que cuenta el país otomano, en el cual los militares son los laicos progresistas frente a la esfera conservadora, adepta al blindaje del carácter religioso de la sociedad.


Sin embargo, la mirada que se lanza sobre un aspecto muy determinado de la vida de la Turquía provinciana sí podría calificarse de francesa o, al menos, más propia de Europa.  Ahí radica un leve desequilibrio de Mustang: los personajes de un lado son maravillosos; los de la otra parte, que coinciden con una edad bastante más avanzada, no tanto... Aunque, hablando en favor del film, debemos considerar que tampoco destaquen por una maldad al 100% ya que se les da la oportunidad de expresarse con palabras, obras y omisiones.



Los del bando bueno son, más bien, los del lado de la inocencia ya que, si bien no se trata de una película de niños, poco le falta. Son muchos los que opinan, igual qu´el Cinéfilo Ignorante , que una película con niños y con perro está abocada a la catástrofe. Tranquilos, que en esta no hay perro y, gracias a unos escasos 2  ó 3 años de diferencia, no tenemos críos sino preadolescentes y adolescentes sin pre y de género muy femenino.




Las protagonistas aparecen con sus travesuras pero, por suerte, no son presentadas como tontas. Al revés: como debe ser, saben mentir y hacer pillerías para, las más de las veces, salirse con la suya. También da su poquito de pena la triste verdad de la vida en el mundo pueblerino de un país que está deseando entrar en la Unión Europea mientras los representantes de esta se congratulan de que exista libertad de expresión para, por ejemplo, ejercer de ateo o disfrutar de la pornografía.



A tal efecto, Mustang es una película de las llamadas necesarias, lo que nos asoma al peligro de la corrección política y de la mitificación de las causas justas. No obstante, sale bastante bien parada: le ayuda una interpretación que, ciertamente, parece espontánea, como si a las chiquillas se les hubiera filmado a través de un ojo de buey o se les hubiera prohibido aprenderse de memoria el guion.  

 









Sin embargo, en que se refiere al desarrollo de la historia, se da, a mitad del relato, un suceso trágico (uno de los que no permitía cierto mandamientos del cine Dogma) que resulta difícil creer  precisamente porque no son en absoluto creíbles ni la atmósfera justo antes del suceso ni las reacciones suscitadas inmediatamente después del mismo. Cuando parecía estar todo perdido, surge, un desenlace espectacular, con su dosis de intriga envolviendo un brote de rebeldía, y su fantasía animada, algo inexplicable, favoreciendo la evasión que todos queríamos. Así, el final salva toda la película.  No sé a quién habrán consultado para dar con la brillante última media hora y, en especial, con los sublimes quince minutos finales, que considero todo un tributo al mundo de la civilización, la cual toma cuerpo en La Gran Ciudad. Porqu´El Cinéfilo es de esos que piensan que culturas habrá muchas y dispares, pero civilización no hay más que una.




 






Ya lejos de disquisiciones socioculturetas, desvelamos a quiénes les va a gustar Mustang: a los analistas profesionales o amateurs de la sociedad otomana; a profesores de Enseñanza Secundaria; a los amantes de la buena fotografia en cine; a los estudiosos del idioma turco; a psicólogos especializados en el mundo adolescente; a los progenitores de hijas a las que ya es hora de que les atraiga, ejem, el sexo; a los viajeros por Oriente Próximo; a los adictos a la belleza de la piel sin arrugas y, por último, a todo aquel que tiene hambre y sed de justicia.











¿La nota? ¡Uf! Qué pereeeza. No es fácil aquí dar con un simple número que resuma pros y contras de una obra que se rescata al final. Sí hay que reconocer que tal vez sea este uno de los casos en que gusta la película al recordarla más que al verla pues, en los momentos del visionado, aparte de sentirse visiblemente molesto por la imposibilidad de hacer las pertinentes fotografías, Mustang parecía, además, ligeramente torpe en su desarrollo hasta que, en efecto, la última media hora del largometraje consigue darle una dignísima salida al atasco.  Seamos prudentes y decantémonos, finalmente, por unas diplomáticas tres estrellas.