Cinéfilos curiosos

lunes, 18 de abril de 2016

O LOS TRES O NINGUNO / NOUS TROIS OU RIEN (Kheiron, 2015)






La mezcla agitada por O los tres o ninguno era indudablemente atractiva para El Cinéfilo Ignorante: película originaria de Francia (donde se inventó el cine), dirigida por un monologista metido a director de cine y procedente de Irán (donde se ruedan películas de envidiables guiones) y temática atractiva (el azaroso traslado de una familia de la antigua Persia a la actual República Francesa).











Hoy hablamos de géneros y no precisamente de violencia. Podrán catalogarse las obras cinematográficas en decenas y hasta cientos de categorías; uno entiende, sin embargo, de dos géneros principales, que no son sino el drama o la comedia aparte de un género en sí que es... El cine americano, pero dejemos este espionoso asunto para otra entrada. Álcense indignados los tecnófilos con su reivindicaciones de lo que consideran como el poderoso género de la ciencia ficción; lo siento, pero, disculpen la ignorancia y déjenme decir que las pelis científico-ficcionadas pertenecen más al campo de los videojuegos que a las piezas puramente cinematográficas.





 Entre drama y comedia, uno se decanta, con muy pocos atisbos de duda, por el primero de ellos. Este qu´escribe no es de risa facilona ni tampoco, dicho sea de paso, de lágrima generosa. Precisamente este es el motivo por el que ve el completo ridículo en que se queda al intentar forzar la risa sin que esta se digne a aparecer: las gracias y gracietas se reducen a unas pifias de graciosillos. En cambio, si las pantallas muestran seres humanos al borde de la desesperación e incluso cayendo en esta, se puede llorar o no sin caer en la llamada vergüenza ajena tantas veces como en el caso de las comedias sin gracia. De hecho, no son muchas las veces, en los dramas y dramones, en que no se derraman lágrimas y no pasa nada; es la vida de unas criaturas y ya está.



O los tres o ninguno se presenta catalogado de comedia. ¿Tan malo es? No necesariamente. Lo que falla es la aplicación de una mirada irónica, complaciente, risueña y, por eso mismo, fuera de lugar, a unos acontecimientos trágicos, deprimentes y lamentables. Ante esto, no sabemos si soltar carcajadas o sollozos. Peor todavía: al final, ni una cosa ni otra. Bien es cierto que sí se consigue activar, por sorprendente que parezca, el dispositivo del suspense: cierta escena en una prisión, determinados fotogramas al cruzar un puesto fronterizo e incluso los momentos en que se espera la toma de unas decisiones por parte del gobierno del Ayatolá Jomeini aun sabiendo en qué sentido iban adquirir.



No es El Cinéfilo Ignorante un fan de una cosa risueñamente lacrimógena como La vida es bella además de considerar que, con un título así, se están anticipando unos resultados que traicionan tanto a la realidad como a la ficción. Eso de presentar los sucesos más desgraciados entre diálogos de chistes acompañados de muecas en la más pura tradición de bufones televisivos y, lo que es todavía peor, con niños de por medio tiene Muy Poca Gracia. Tampoco llega a esos límites O los tres o ninguno; solo que entra en el híbrido de, digamos, comedia dramática y no sabe salir de él.



Reconozcamos, sin embargo, la impecable interpretación, que se anota el tanto, además, de contar con el buen hacer como intérprete del propio director, que hace de sí mismo. ¿O era de su padre? Ya ven ustedes que la huella dejada por el film dista de ser profunda. A la pareja del protagonista le da vida una excelente actriz a la que no le sobra ni un ápice de belleza mediooriental, que no es poca. Los niños hacen de criaturas discretas en la más pura tradición del Children should be seen but never heard, lo cual es muy de agradecer en el séptimo arte. Los aciertos sí resbalan en la elección de Su Majestad Imperial Reza Pahlvi, en virtud de la cual el parecido entre el actor y el personaje real únicamente se encuentra en el blanco de los ojos.


Tanto los sucesos localizados en la antigua Persia como en Francia pasando por los situados en la República Islámica captan la atención del espectador. Eso pasa al principio y está muy bien, pero llega el momento de la risa y se estropea el invento de manera que hay, por fuerza, que acordarse de una joya llamada Persépolis, que comparte la misma materia prima con O los tres o ninguno y que conserva una capacidad para conmover que, en esta última, no va más allá de dos o tres minutos seguidos.



Digamos lo bueno: después de un bajón hacia media hora antes del final, desgraciadamente anhelado en esa altura, llega la comedia descarada y es entonces cuando, en efecto, se dibuja en el rostro del Cinéfilo Ignorante una sonrisa permanente que incluso consigue transformarse en risa con las ocurrencias de un personaje destacado de la tropa multicultural que habita el barrio parisino donde se han instalado esos tres a los que alude el título de la peli. Se da así una sensación que se torna aún más agradable y placentera en los contados momentos en que aparece la maravillosísma Emmanuelle Dévos. Mas, cuando regresan los sucesos trágicos, como no podía ser de otra forma al tratarse de hechos reales, se vuelve a torcer el invento aunque tampoco llega a estropearse del todo.



Hemos dicho que son sucesos reales y de ello dan fe los últimos minutos del film. Quiérese aconsejar con esto que, una vez aparezca el primer crédito a lo que se considera como el final, sean tan amables de permanecer en sus asientos a fin de hacerse consciente de la veracidad de la historia.



Ha acabado la cinta. ¿A quién le ha gustado? A los amantes de la Historia del siglo XX, a los incondicionales de la "película" La vida es bella, a públicos poco exigentes, a los espectadores que no sienten afectados por que las familias iraníes más humildes se comuniquen entre ellos en francés aun sin saber una palabra de tan bello idioma, a los crédulos en la magia del cine que todo lo puede y, por último, a los que tienen fe en el ser humano, quienes verán en esta obra una demonstración del poderío de la fuerza de voluntad.



Nos queda un poco de espacio para calificar la película. Viene a la mente la interesante historia que podría haberse narrado de una forma todavía desconocida pero que podría ser arrebatadora, lo que todavía dificulta más la decision, pero allá va: con dos estrellas y media obtiene un aprobado raspadito y, con él, va que chuta.
 ½